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Las universidades, clasificadas en 7 grupos homogéneos para evaluar su eficacia

La Fundación BBVA y el Ivie acaban de presentar la  monografía La Universidad Española: Grupos Estratégicos y Desempeño, un estudio dirigido por el investigador y profesor universitario Joaquín Aldás, que plantea un sistema de evaluación del desempeño de las universidades diferente al de los ránkings tradicionales. El informe establece la clasificación de las universidades en 7 grupos homogéneos, en los que se agrupan instituciones de similares características, recursos y contexto socioeconómico, para que puedan ser comparadas basándose en criterios más realistas. De esta forma, los modelos de eficacia que destacan en cada uno de los grupos también resultan más fácilmente imitables por las universidades que se encuentran en su mismo escalón.

En los últimos 20 años, el Sistema Universitario Español (SUE) se ha vuelto mucho más heterogéneo, con el desarrollo y la convivencia de universidades grandes y pequeñas, generalistas y especializadas, públicas y privadas, orientadas a grados o a másteres, con alumnado local o internacional, etc. Esta heterogeneidad es la que, según el informe, en el que también han colaborado los investigadores Alejandro Escribá, María Iborra y Vicente Safón, plantea la necesidad de agrupar a las universidades según similitudes.

Los 7 grupos estratégicos se han configurado según las características del entorno geográfico de cada universidad, los recursos financieros, la tipología de su profesorado y de sus estudiantes, así como el grado de complejidad organizativa (tamaño de la institución y oferta de títulos). Estos factores explican hasta el 59% de los resultados que obtienen las diferentes universidades en las tres perspectivas analizadas: docencia, investigación y desarrollo tecnológico.

Los siete grupos identificados en esta investigación son

1. Universidades a distancia. Su sistema de enseñanza, basado en las TIC, hace que los presupuestos por profesor y alumnos sean reducidos, dado el gran número de estudiantes que atienden. Su entorno de competencia es nacional y su tamaño elevado, especialmente la UNED.

2. Universidades privadas. Se caracterizan por sus elevados presupuestos por profesor y alumno. Se concentran en provincias de renta per cápita elevada y destaca su intensa especialización en la enseñanza, frente a la investigación.

3. Universidades altamente especializadas. Universidades de tamaño medio, con mayores recursos financieros que la media y una oferta de títulos muy concentrada en algunas ramas de la enseñanza. Actúan siempre en entornos de alta renta per cápita.

4. Grandes universidades metropolitanas. Universidades de tamaño elevado, tanto en número de estudiantes como de titulaciones. De carácter generalista, con títulos muy repartidos entre distintas ramas de enseñanza. Sus recursos financieros son elevados, aunque menores que los de grupo anterior (3). Actúan en mercados geográficos potenciales grandes, con fuerte competencia

5. Jóvenes universidades investigadoras. Nacidas en su mayoría en los años 90, presentan una elevada concentración en determinadas ramas de conocimiento. Con recursos financieros por debajo de las de los grupos 3 y 4, sus entornos de competencia son menos intensos. Suelen ser las únicas universidades de su provincia

6. Universidades regionales generalistas. Ubicadas en su mayoría en provincias con un PIB per cápita modesto, son de carácter generalista y poseen gran tradición histórica. Tienen un número elevado de estudiantes, pero con una dotación de recursos inferior a los grupos anteriores. El mercado potencial de su entorno es bajo y la presión competitiva también, ya que suelen ser las únicas universidades públicas en su provincia.

7. Universidad públicas docentes. Ubicadas también en comunidades autónomas con el PIB per cápita promedio bajo, tienen presupuestos reducidos. De tamaño mediano o pequeño, la especialización de su oferta de títulos es intermedia.

Según la monografía, esta clasificación y la evaluación intragrupal de las universidades permite obtener resultados más precisos sobre el desempeño de las instituciones, encontrar referentes de buenos resultados entre aquellas que más se parecen y plantearse objetivos de mejora imitando estrategias más cercanas y realistas. Además, la Administración, al disponer de comparaciones más precisas, puede exigir objetivos diferenciados y repartir los recursos públicos según el desempeño, basándose en criterios mejor informados.

La economía del conocimiento como impulsora del PIB

Las comunidades autónomas más intensivas en el uso del conocimiento -tecnología, capital humano de alta cualificación e I+D+i- son las que obtienen resultados por encima de la media española, tanto en PIB por habitante, como en productividad en el trabajo. Así lo demuestra el estudio de la Fundación BBVA y el Ivie La competitividad de las regiones ante la economía del conocimiento, dirigido por el por el investigador del Ivie y catedrático de la Universitat de Valencia Ernest Reig.

El informe analiza la economía del conocimiento en torno a tres componentes principales: el capital físico de base tecnológica (maquinaria y, especialmente, Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC); el capital humano de alta cualificación; y el desarrollo de las actividades de I+D+i. También tiene en cuenta otros factores del entorno que pueden repercutir en el desarrollo de la economía del conocimiento como: el papel del sector público, la concentración de la población, el tamaño del tejido empresarial o la internacionalización de las empresas.

Tras el análisis de todos esos factores, los investigadores construyen un sistema de indicadores, basado en 27 variables, que clasifica a las comunidades autónomas en tres posiciones: alta, media y baja. País Vasco, Madrid y Navarra, las autonomías que obtienen mejores resultados, son también las que registran mejores cifras en renta por habitante y en productividad. Sin embargo, las comunidades en las que la economía del conocimiento ha penetrado más débilmente —Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura— presentan las cifras más bajas de productividad y renta per cápita

En los últimos 25 años, el uso del conocimiento se ha intensificado en todas las regiones españolas, aunque de manera muy desigual, lo que explica las diferencias territoriales existentes. Los avances educativos se han dado en todas las regiones, pero la progresión ha sido más notable en el País Vasco y en Madrid, donde el peso de los ocupados con estudios superiores superaba el 50%, en 2015. En esa fecha las comunidades insulares apenas pasaban del 30% y las del centro y el sur de la península no llegaban al 35%.

En el caso de las TIC, aunque también se ha producido un salto en todas las comunidades, Madrid destaca por encima del resto, tanto en inversión y dotación de activos tecnológicos, como en el peso que representan los sectores más intensivos en TIC en el VAB regional. En el caso de Madrid, este porcentaje supera el 40%, mientras que ninguna de las otras autonomías alcanza el 30%.

Por último, el informe desarrolla un estudio que va más allá del gasto en I+D+i. Para ello, se basa en el indicador sintético de innovación (ISI) que elabora la Comisión Europea para los países miembros de la UE y que considera  tanto los recursos humanos, tecnológicos y financieros que hacen posible la innovación, como las actividades emprendedoras, los resultados innovadores y sus efectos económicos. En la aplicación del ISI que se ha llevado a cabo para las regiones españolas, el resultado es que las cuatro más avanzadas son Madrid, Cataluña, País Vasco y Navarra, mientras que en los niveles más bajos se sitúan Extremadura, Illes Balears y Canarias.

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