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Correr sin parar

Viernes 12, abril 2013

Entrevista al físico Juan Rojo publicada en El País tras un homenaje científico en la Universidad Complutense de Madrid con ocasión de su 70 cumpleaños

En el puñado de valientes que, a rebufo de la transición política, a principios de los ochenta, puso en marcha en el sistema de ciencia y tecnología que España necesitaba, destaca el físico Juan Rojo. Fue uno de los padres de la de la Ley de la Ciencia de 1986 y de los Planes Nacional de I+D, eje del desarrollo científico. Rojo fue secretario de Estado de Investigación entre 1985 y 1992, con los ministros José María Maravall y Javier Solana, hasta que dejó el ministerio y retomó su ciencia y su docencia como catedrático de Física de la Universidad Complutense de Madrid. Desde entonces se ha mantenido al margen de cargos de política científica, aunque sigue al día de lo que pasa y, recientemente, ha participado en una jornada en la Real Academia de Ingeniería sobre Investigación, desarrollo tecnológico e ingeniería.

Pregunta. En España ha habido una evolución desigual de la I (investigación) y la D (desarrollo).

Respuesta. Se puede decir, sin exagerar, que en casi 40 años la I ha dado un paso importante adelante. Aún quedan muchas cosas por mejorar, pero nos hemos colocado en el pelotón de arriba. En desarrollo no hemos sido capaces de dar aún ese paso tan grande, hemos avanzado, pero a la D le queda más camino que recorrer.

P: ¿Por qué?

R: Tiene que ver con quién hace la I y quién la D: la investigación, esencialmente, se hace en centros públicos, como universidades u organismos de investigación, que responden muy rápidamente a las políticas de las administraciones. La D se hace, en parte, en centros públicos, pero tiene su centro de gravedad en la empresa, que no responde necesaria e inmediatamente a los planes de la administración.

En ciencia hay que correr sin parar aun para seguir en el mismo sitio, afirma el físico Juan Rojo

P: ¿El desarrollo siempre se centra en al eje empresarial? “La norma de Garmendia fue una oportunidad no del todo aprovechada”

R: También hay una D muy importante relacionada con las administraciones públicas, por ejemplo en medioambiente, en sanidad o en energía; estos desarrollos se pueden hacer en las escuelas de ingeniería o en los centros de investigación, y sus resultados pueden revertir directamente en beneficio social. Por ejemplo, una cosa que España podría hacer muy bien es instrumentación médica avanzada porque tenemos una medicina muy buena y el nivel tecnológico adecuado. P:<TH>¿Dónde acaba la I y donde empieza la D? R:<TH>La investigación trata de entender cuestiones que no se conocen y su motor es la curiosidad científica. En principio, el científico no tienen en mente una aplicación, aunque en la práctica luego, con muchísima frecuencia, surjan las aplicaciones. La D parte de conocimientos ya disponibles en buena medida y que pueden dar lugar a un producto o a la mejora de un proceso, pero que requieren todo un conjunto de actuaciones que transformen lo que es una idea en un modus operandi. Los agentes de una y otra actividad no tienen por qué ser los mismos, aunque hay áreas en que la I y la D no están tan delimitadas, como el sector farmacéutico o la informática.

España, en ciencia, se ha colocado en el pelotón de cabeza, pero en desarrollo tecnológico queda más camino que recorrer

P: Además está la i, la innovación, en esa unidad I+D+i tan de moda en las políticas científicas española y europea.

R: Ha quedado desacreditado y ya nadie acepta el modelo lineal en el que primero hay una fase de investigación en que se alcanzan descubrimientos, seguida de un proceso de desarrollo y a continuación, la innovación, que culmina en la cadena de montaje. Esto no es así, el proceso es mucho más complejo y más permeable. Por ejemplo, hay mucha innovación que no viene de la I+D sino de una idea feliz que se le ocurre a alguien.

P: Parece que, en las políticas de I+D+i, la D está quedando ninguneada entre la I y la i.

R: La D realmente es muy importante: resulta preocupante que la parte que se financia en España con préstamos a las empresas no se utiliza en gran medida, lo que significa que aunque aumentara la cuantía del dinero en dichos préstamos ello no sería suficiente, se necesitan actuaciones adicionales.

P: Cuando se hizo la Ley de la ciencia de 1986, ¿cómo se enfocó el tándem I+D?

R: Se buscó que la Ley tuviera dos componentes: fomento y coordinación. Es decir, que se hiciera más investigación y desarrollo; había que invertir más dinero (y se hizo) y aumentar el número de investigadores (y aumentó). La coordinación, sobre todo con las medidas incentivadoras del desarrollo tecnológico, se hizo a través de la comisión interministerial y se definió el papel de los grandes organismos de investigación, como el CSIC. Se dieron pasos importantes, aunque quizás insuficientes.

P: ¿Y ahora se corre el riesgo de retroceso con los recortes presupuestarios?

R: Es que en la ciencia es como en aquel episodio de Alicia en país de las maravillas: “Hay que correr sin parar aún para seguir estando en el mismo sitio”. Estoy totalmente en desacuerdo con eso que se dice a veces: “Ahora que la investigación ya está bien, dejemos de ocuparnos de ella y centrémonos en esto otro…”. Pero si lo dejamos, se pierde, porque la investigación está constantemente avanzando y hay que estar corriendo todo el tiempo. Lo otro…. el desarrollo, no ha crecido suficientemente, pero la causa creo que está en que no hemos sido capaces de activar suficientemente las empresas: algunas sí, pero otras muchas no.

Fuente y entrevista completa: El País, por Alicia Rivera

 



 

 
	
 

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