Reproducimos por su interés la entrada publicada en el blog de economía decigarrasyhormigas.com, promovido por el Ivie, dedicada a la metodología ÁBACO y sus resultados para España
Los países avanzados basan su competitividad en el conocimiento. El enfoque más habitual para analizar este hecho se centra en medir el peso en la producción o el empleo de aquellos sectores que son clasificados como intensivos en conocimiento. La definición (Eurostat y OCDE ) de esas categorías se basa en el gasto en I+D y el empleo de universitarios, es decir, atiende sobre todo a variables relacionadas con la creación de nuevo conocimiento. Pero en las economías actuales el conocimiento, además de crearse, se usa masivamente a través del empleo de personas con un nivel de estudios suficiente para utilizar distintos saberes y mediante la incorporación de maquinaria y equipos intensivos en tecnología.
Como ya se comentó en una entrada anterior , el Observatorio ABACO presentó en octubre una nueva metodología para medir la parte del valor añadido que se basa en el conocimiento. La novedad de esta metodología reside precisamente en que pone el enfoque en el uso del conocimiento, y no tanto en su generación o creación, como hacen las aproximaciones más habituales.
La metodología ABACO mide las rentas pagadas a los factores basados en el conocimiento, es decir, cuantifica el valor que otorgan los mercados al conocimiento utilizado en la producción. Los resultados obtenidos siguiendo esta metodología son diferentes a los habituales, ya que la generación de conocimiento está bastante concentrada en unos pocos países más avanzados como EE.UU., mientras que su uso está mucho más extendido, por lo que economías como la española ven incrementada su densidad de conocimiento (véase también el Informe Fundacion BBVA-Ivie 2012 Crecimiento y competitividad). Sin embargo, si se compara con el resto de países desarrollados, España sigue presentando una situación retrasada también en el uso del conocimiento (gráfico 1).
De los países contemplados en la base de datos de ABACO, Corea del Sur lidera la intensidad en el uso del conocimiento con más del 80% de su PIB basado en el mismo, seguida de Reino Unido, Países Bajos y Estados Unidos y en el otro extremo se sitúan Australia, España y Portugal, con un peso del conocimiento inferior al 60% de su valor añadido. España se sitúa, por tanto, en los últimos puestos, aunque hay que tener en cuenta que los países de la muestra con los que se compara son países avanzados y que las rentas pagadas a los factores basados en el conocimiento –el capital humano y la maquinaria y equipos, en particular las TIC- suponen ya en España más del 55% del PIB (gráfico 2), por lo que, a pesar de su retraso, podemos afirmar que España es ya una economía del conocimiento.
Esta es, sin duda, una buena noticia, ya que los datos muestran que el uso del conocimiento ha sido el gran protagonista del crecimiento del PIB y la productividad en la práctica totalidad de las economías avanzadas en las últimas décadas (gráfico 3).
En España, a pesar de que la burbuja inmobiliaria y la expansión del sector de la construcción impulsó durante la última etapa expansiva el crecimiento de otros activos tradicionales, no se detuvo el avance del conocimiento en los procesos productivos de la mayoría de sectores. Sin embargo, el camino que queda por recorrer es aún largo, hasta situar nuestro grado de utilización del conocimiento en línea con el resto de países más avanzados, y es imprescindible recorrerlo si queremos mejorar nuestra competitividad y volver a una senda de crecimiento más sostenible basada en el conocimiento.
Por Eva Benages. Técnico de investigación del Ivie
Fuente: decigarrasyhormigas.com